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LA MAYOR RED INALÁMBRICA LIBRE DEL MUNDO ESTÁ EN UNA COMARCA CATALANA



Mercè Molist
A simple vista, la comarca de Osona, en Barcelona, no difiere de otras. El secreto está en las ondas que circulan, invisibles, por su cielo: forman la mayor red inalámbrica libre del mundo, que conecta gratuitamente a más de 3.000 personas. Ganaderos, casas de turismo rural, asociaciones, empresas, particulares y ayuntamientos están unidos a través de antenas instaladas en sitios tan dispares como un depósito municipal de aguas o un campanario del siglo XII.


Ramon Falgueras, 36 años, es el propietario de una explotación de 240 vacas en Gurb, un pueblo eminentemente agrícola. Hoy le sería imposible trabajar como sus antepasados: necesita Internet y la informática. Gracias a ellas, los domingos, cuando su abuelo madrugaba para ir a echar un vistazo al ganado, él se sienta en pijama ante el ordenador, en su casa, a 7 quilómetros de la granja, y comprueba su estado.

Cada vaca lleva un brazalete con un chip RFID (Radio Frequency Identification) en la pata. Cuando los trabajadores de Falgueras la ordeñan, una placa "absorbe" los datos del chip: la identificación del animal y los pasos que ha dado aquel día, pues si se mueve mucho significa que está en celo. La máquina ordeñadora informa de la calidad y cantidad de leche y todos los datos van a un programa informático, que los procesa.

Este avisa de las que están enfermas o en celo y lleva la cuenta de todos los acontecimientos de su vida. Falgueras entra en el programa desde cualquier sitio, gracias a Internet, que también le permite consultar por web los análisis de laboratorio de las muestras de leche, enviar resúmenes del estado del ganado al veterinario o contactar con las empresas de inseminación: "Les paso la información de mis vacas y me recomiendan los toros adecuados".

La zona donde está la granja de Falgueras no tiene cobertura ADSL. Ni teléfono convencional. Pero el joven payés llevaba desde los 90 usando la informática para su trabajo y quería también Internet. Hace dos años, descubrió Guifi.net, la red inalámbrica libre de su comarca y, con la excepción de algún rayo que a veces le desconecta, está muy satisfecho.

Guifi.net nació a principios de 2004. Hoy cubre un territorio de 1.000 km2, mediante más de 1.000 nodos que conectan a unas 3.000 personas, 23 ayuntamientos e incluso al Seminario de Vic y la Casa Sacerdotal, lo que representa un tráfico de 1.000 Terabytes anuales. Cualquiera puede acceder, gratuitamente, con el único dispendio de instalar una pequeña antena en su casa (entre 200 y 300 euros).

Un núcleo de 20 personas voluntarias llevan el peso de la organización técnica, crean los programas de gestión, hablan con los vecinos interesados o montan los supernodos (los nodos de la red troncal). A su alrededor, hay unos 200 colaboradores esporádicos. Los propios usuarios reciben breves lecciones de cómo solucionar ellos mismos los problemas.

"No somos una asociación, ni recibimos subvenciones, ni tenemos ánimo de lucro, la red es de todos y de nadie", afirma Ramon Roca, fundador de Guifi.net junto con Gil Forcada y Marc Serra. "Cualquiera se puede implicar, en el grado que quiera. Si se cae un nodo y nadie quiere arreglarlo, significa que no se lo merecen. Si está cerca de tu casa y quieres ir, vas. El primero que se da cuenta del fallo, lo arregla", explica.

Este pragmatismo y el boca a boca son responsables directos del éxito de la red, la mayor del mundo totalmente inalámbrica y con más nodos enlazados. También el concepto de "apadrinaje": "Cuando queremos montar un supernodo, abrimos un "apadrinaje", para que un ayuntamiento, una empresa o un particular pongan el dinero", explica Lluís Dalmau.

Pero, sobre todo, la clave del éxito es que funciona, gracias a los programas libres de gestión técnica creados por ellos mismos, asegura Roca: "El problema de las primeras redes de este tipo fue que no tenían programas para automatizar la gestión y, si crecían mucho, eran inmanejables".

Gil Forcada añade: "Queríamos ser un modelo universal que pudiera replicarse en cualquier punto del mundo, de forma descentralizada e interoperable. No sólo para resolver los problemas de un payés catalán sinó de otros en el Himalaya o en Berlín". Las redes de comarcas vecinas, como el Maresme, Vallès, Bages o l'Anoia, ya están usando la plataforma técnica creada por Guifi.net.

La red, en sí, no ofrece Internet. Es una Intranet donde se cuelgan webs, hay servicio de VozIP, radio (retransmiten partidos de equipos locales) o servidores. Pero los usuarios que tienen Internet pueden hacer "autoprestación": ofrecer su conexión a nivel sólo de amigos o al público en general. Cada cuál decide qué y bajo qué condiciones: "Cuando un ayuntamiento ofrece Internet a través de su ADSL, no suele admitir conexiones anónimas", explica Carles Bruguera.

La desinformación de las instituciones sobre las consecuencias legales de ofrecer Internet fue un escollo, al principio: "Todas nos decían que no era legal, pero la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones nunca ha prohibido la autoprestación. De hecho, los ayuntamientos no están dando el servicio: tienen un telecentro o un punto joven con ADSL y son un actor más de la red, no los operadores", aclara Roca.

Otro escollo fue la aparición de redes inalámbricas privadas disfrazadas de libres, como FON, que les obligó a definirse: "Inventamos la "Licencia comunal sin hilos" para distinguirnos y aclarar que por el hecho de no usar la red de Telefónica no significa que seas libre, tampoco por usar Linux o porque dejes conectar a tus amigos", explican.

La licencia se basa en cuatro puntos: "Eres libre de usar la red para cualquier propósito, mientras no perjudiques su funcionamiento o la libertad de sus usuarios. Eres libre de saber cómo es la red, sus componentes y cómo funciona. Eres libre de usar la red para cualquier tipo de comunicación y difundir su funcionamiento. Incorporándote a la red, ayudas a extender estas libertades con las mismas condiciones".



Guifi.net
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