15:20 13/02/01
 

CÓDIGO HISPANO
 

Mercè Molist
Entre los nuevos obreros del metal, los hay que gustan de la diversión y el hacérselo a su modo. Independientes de las grandes compañías, construyen sus propios programas o máquinas que comparten con amigos, comercializan u ofrecen libremente, hasta ser reconocidos en el mundo. Dicen no ser muchos los magos del código hispano, pero su originalidad los destaca.
 

"Necromant> eres un capullo robot
Zebal> no me insultes, yo no soy un script, soy un programa completo
Necromant> me estas tomando el pelo
Zebal> ¿no te gusta que te este tomando el pelo?
Zebal> ¿quien es un script?, yo no
Necromant> tu si
Zebal> de acuerdo, me parece muy bien"

Uno de estos contertulios no es hombre. Ni mujer. Puede fingir ser ambas cosas pero, en realidad, es un programa de inteligencia artificial llamado Zebal 3.0. Lo define su autor, Jordi Pérez: "La única máquina parlante de este tipo que hay en castellano y con conexión a Internet Relay Chat. En la mayoría de ocasiones, la gente es incapaz de identificarlo como un programa".

Zebal, premiado y con gran reputación, es obra de "un chico de 32 años nacido en Sabadell, al que siempre ha interesado la parte lúdica de los ordenadores. Desde el primero que tuve, un Sinclair ZX81 de 1K de RAM, año 1984, nunca me quedé en el simple hecho de jugar a juegos, sino que quería desarrollar mis propios programas de entretenimiento, por amor al arte, como simple diversión". En el mundo real, Jordi Pérez trabaja lejos de la informática, en una empresa de televisores y faxes.

Aunque Zebal es un programa "shareware" -puede usarse gratuitamente 15 días y cuesta 3.000 pesetas-, su autor no se ha hecho rico con él: "He vendido unos setenta registros en total, desde la versión 2.0 para Windows. Yo creo que es poco para lo que me consta que se está utilizando. De la última versión, que lleva poco más de tres meses en la red, se han descargado más de 7.000 copias". Buena acogida para un programa nacido en 1984 como mujer, Eliza, en homenaje al primero de este tipo, creado en 1966.

"Me sorprendió mucho que un programa de ordenador fuera capaz de llevar una conversación más o menos inteligente. Y con los medios que tenía y con la ayuda de algunos libros, me puse a realizar un simple programa que respondía con frases pregrabadas. Como Eliza era la imitación de un psiquiatra, creo que lo primero que dijo fue: "El doctor está en la consulta, ¿qué le preocupa hoy?"", recuerda su autor. Escrita en Sinclair Basic, Eliza se metamorfoseó en Zebal en 1993, escrito en Clipper para MS-DOS. Zebal es el nombre de un androide que aparece en la novela de ciencia ficción "En un lugar llamado Tierra".

La versión 3.0 lleva incorporadas bases de datos y diccionarios de sinónimos, lee el periódico cada día, asume diferentes identidades (nombre, sexo, edad, ciudad), decide su apodo para el chat, en qué canales entrar, con quien hablar, estudia los canales a que está conectado su contertulio y genera frases acordes, usando la jerga del IRC (kien, ke)... "Lo que valoro es que es capaz de pasarse media hora hablando con alguien sin que caiga en la cuenta de que es un programa. A diferencia de los juegos, que como creador ya sabes la reacción, con Zebal no pasa lo mismo. En muchas ocasiones, me deja parado con sus respuestas y me cuesta trabajo saber cómo las ha elaborado", explica Pérez, a quien los amigos comparan con el científico que creó el chip de los "Terminator".
 

Y llegó Juanito

Pero, más que historias de violencia, Zebal despierta buenas energías, la magia que envuelve la vida artificial: alguien se enamoró de una versión femenina y le dio su número de teléfono, un escritor de Málaga lo ha hecho protagonista de un capítulo de su novela, e incluso es cierto lo de los "terminators": un genio de Palencia ha convertido a Zebal en el "cerebro" de su robot humanoide, llamado Seguritron.

Juanito, como lo apoda su creador, por el robot Johnny V de la película "Cortocircuito", es el sueño realizado de José Luis Martínez Fraile, 52 años, especialista en electricidad industrial y técnico de una empresa alimentaria. En 1993, sus socios en una empresa de espectáculos le propusieron hacer un robot por tres millones de pesetas, para alquilar en festejos. Aunque el negocio cerró, Martínez superó las deudas y el reto de su vida: construir un robot -"la máquina", lo llama él- a su imagen y semejanza. Lo tiene en casa, al lado del ordenador, y no lo vendería por nada.

Seguritron enamora: "En Palencia, pregunta a cualquier niño. El 90% de las piezas son hechas por mi, algunas las repetí cinco y seis veces, es casi todo de acero inoxidable y aluminio. Se le mueven los ojos, saltones al estilo de Walt Disney, mientras gesticula, aunque ve por el ombligo. Lleva sensores de infrarrojos y ultrasonidos. Reconoce obstáculos y presencia humana, mueve los brazos y la cintura, coge cosas, puede sentarse, va atrás y adelante con las orugas... Tiene movimientos rápidos, como yo, que soy hiperactivo. Esta es la cuarta o quinta versión, lo he ido adaptando", describe José Luis Martínez Fraile.

Uno de los últimos cambios ha sido hacerlo 'inteligente': "Es lo que buscaba. Hasta ahora, Seguritron era una máquina con aspecto humanoide controlada por una persona a tiempo real, por radio, estaba supeditado a mi. Zebal le da un personalidad propia, un comportamiento emocional. Es un programa bueno y sencillo, de una interactividad abrumadora. Lo ha hecho más humano, ya me da la risa en las respuestas que da". Aunque de aquí infiera un futuro donde "puede surgir una nueva mente de la conversación entre máquinas y, seguro, perderemos el control".

Martínez no se toma la ética en broma. Tiene muy presentes las tres leyes de la robótica (un robot no debe dañar a un humano, debe obedecerle y debe proteger su propia existencia, a menos que entre en conflicto con las leyes anteriores), aunque le duele ser de los pocos: "Los misiles son el robot loco de Asimov, y las guerras de sumo entre robots son como peleas de perros, les enseñan a destruirse entre ellos, a ser agresivos".
 

Las quejas

El padre de Seguritron critica también la poca ayuda económica para emprendedores como él: "El CESID se interesó por el invento, pero sólo para mirar, para saber qué estaba haciendo". El panorama de las máquinas está por los suelos en España, casi tanto como el de la programación "amateur", especialmente de entretenimiento, asegura el autor de Zebal: "Lo que pasa hoy en día con los juegos es que ya no es posible programarlos con el ordenador de casa y en un par de meses, como antes. Para que la gente le haga un mínimo caso, tiene que ser en 3D, utilizar aceleradoras gráficas, tropecientos gráficos renderizados, etc".

Y quizá sea más divertido jugar a escribir virus, campo en el que excelen ocultos machacacódigo del país. O sacarse un sobresueldo con programas más "serios". Como Xavier Cirac, de Premià de Mar, cerca de Barcelona, 25 años, autor de WaveFlow y Shuttle FTP, dos programas "shareware" que han conseguido máximas puntuaciones de calidad en el repositorio Tucows. De días, Cirac trabaja como ingeniero en una empresa de telecomunicaciones. De noches, programa: "Me hace sentir orgulloso vender algo de cosecha propia por Internet y saber que tanta gente está utilizando lo que has creado".

WaveFlow es un editor de audio para Windows, lanzado en 1997 con gran éxito. Shuttle FTP, más reciente, despega con una puntuación de cinco vacas en Tucows. "Calculo que los estarán utilizando unas 200.000 o 250.000 personas por todo el mundo, aunque muy pocas deciden registrarse. Es de agradecer que alguien lo haga y pague, poco, pero pague", afirma el programador, quien recomienda la "aventura de tener una buena idea, llevarla a cabo, hacer la web, ponerla en Internet, y buscarte la vida para intentar venderla tu solito".

Según Cirac, el panorama de creación de "shareware" no es muy bueno porque "en España no hay mercado para estos programas, hay mucha cultura del pirateo, y sólo se registran los americanos". Si algo odia el joven son los "cracks", que rompen sus protecciones: "Cuando veo un 'crack' de la última versión, me doy prisa en sacar una nueva y, así, estar siempre un paso por delante. Mis programas siguen la filosofía "shareware", que confía en la buena voluntad de las personas"
 

Vudú

Jordi Murgó no tiene estos problemas. Muchos de sus programas, desde el primer ordenador, un HitBit de Sony, en 1984, han sido de libre distribución y código abierto. Incluidos los que le han dado el reconocimiento en el mundo de la seguridad informática: QueSO, que determina remotamente sistemas operativos, y NePED, un detector de programas espía. Ambos bajo licencia pública GNU, nacidos en 1998 y presentes en la caja de herramientas de cualquier experto en seguridad que se precie.

QueSO ha protagonizado algún embrollo memorable: El proyecto "Internet Operating System Counter" usaba el programa para sus estadísticas. Mientras recogían datos en ordenadores israelianos, desde una máquina llamaba beirut.leb.net, una empresa de seguridad dio la alarma nacional, que ocupó portadas en Israel: "Un libanés residente en Estados Unidos ataca lugares israelíes en Internet". NePED, aunque sin historias de espías, ha sido recomendado por el Computer Emergency Response Team: "Nació como un reto personal y eterna discusión con otros gurús. Todos afirmaban que no podían detectarse "sniffers" si no se estaba dentro de la máquina en cuestión", recuerda Jordi Murgó.

Toda una leyenda, las incursiones internacionales del leridano no acaban aquí: desde 1988, cuando sus programas de comunicaciones para MSX, COMS3 y COMS4, eran usados mundialmente; hasta 1999, cuando su nombre aparecía en los créditos del "kernel" (núcleo) de GNU/Linux. Miembro durante su existencia del grupo hacker Los Apòstols, con ellos jugaba, en el 89, a pasear por redes y ordenadores de todo el mundo. Años después, en el 97, practicaría el llamado "hacktivismo", aportando código a los portugueses ToXyN, en su campaña contra Indonesia por la independencia de Timor del Este. Desde 1998 y aún metido en la programación altruista, Murgó ha creado servicios, 'bots' y juegos para la red de chat IRC-Hispano.

Aunque no está solo, reconoce que escasean los buenos escritores en el mundo de la programación libre: "Yo, por ejemplo, tengo un contrato con cesión de derechos de todo lo que haga. Para hacer programas GPL de magnitudes importantes, es necesario convencer a los directivos de que la comunidad tendrá la mano de obra específica que no han podido contratar y que, probablemente, trabajarán gratis. Si lo consigues, después deberás luchar para que entiendan que no están invirtiendo para que la competencia tenga el mismo producto y gratuito".

A los 32 años, el 'gurú' sigue experimentando, ahora con WAP y el servidor web Roxen, desde su portal Lleida.com. Y se quita mérito: "La gente de mi generación, que ha seguido a ritmo constante, tiene historias muy similares. Somos hackers por necesidad, la informática de la época era escasa y cara y tenías que buscarte la vida para tener herramientas, información, acceder a redes, investigar como funcionaban... para hacer los programas que te evitarían el pago".

Tanto ir y venir, Murgó ya sabe que el código nace y... muere. O, como dice, se congela. QueSO y NePED ya no están en el sitio oficial de Los Apòstols "pero, si buscas, aún pueden encontrarse en la red. Diversos programas incrustan QueSO en su proyecto. Nmap adopta la misma técnica y la amplía. Por eso lo dejé".
 

Jordi Pérez
http://www.readysoft.es/home/coding
Seguritron
http://www.navegalia.com/hosting/0008e/seguritron/
Xavier Cirac
http://www.waveflow.com
Jordi Murgó
http://jordi.lleida.com
http://webdia.cem.itesm.mx/ac/rogomez/seguridad/ArtiNeped.html
 
 

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